Frida corría por el parque de la Colonia esperando que Rob la atrapara, y él, dándole ventaja, cumplía sus deseos. Corría alegre, sonriendo siempre, olvidandose de problemas, olvidandose de pasados dolorosos, de historias de desgracias, de noticias vergonzosas, solo se concentraba en ese momento, en la alegría que Rob le brindaba, el amor y amistad y júbilo que él traía a su vida.
Cuando se veía amorosamente cercada, se tendía en el césped en señal de sumisión para besarlo y dejarse besar como solo ellos sabían.
Luego se acurrucaban uno junto al otro y dormían bajo la sombra y el ruido urbano, y los olores de las calles aledañas, sin importar quién pasara o los viera para después desperezarse y volver a correr después, siguiendo los juegos tiernos y que deseaban ambos nunca terminar.
Un viernes de verano, durante el juego, Frida no sintió que Rob la siguiera. Retornó sobre sus pasos para ver justamente cómo Rob se detenía para admirar a otra, ahora siguiéndola a ella, cómo se quedaba mirando cada uno de los movimientos que ella hacía... Frida se inmovilizó con una mirada de furia.. cosa que después desapareció, puesto que tristemente veía como la otra chica trabajaba en la perrera municipal y ahora se lo estaba llevando.
Aún va diario al parque esperando volver a ver a su amado amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario